Día IV
Señor, ha muerto este hombre, has alejado de mi su presencia y me has sabido dar el valor para aceptarlo así. Ahora te pido que así como te acuerdas de mí, tengas piedad de quienes te han llamado en sus dolorosas suplicas y ayúdalos con esta oración.
Yo te agradezco Señor porque me salvaste de un amor deshonesto y disfrazado.
Yo te alabo Señor porque gracias a mi ceguera la verdad me golpeó más fuerte que el haberme sentido amada.
Yo te hablo Señor porque me has enseñado que el amor es brusco y egoísta.
Repitan conmigo: Gloria a los que se alegran por que sí y Gloria a nosotros hermanos que alabamos la calma que nos dan en pago a ríos de lágrimas y días sin luz. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario