sábado, 28 de marzo de 2009

Dos eternos minutos de resumidas horas.

Las palabras llegan golpeándose unas a otras en mi cabeza como espermatozoides en la única carrera de sus vidas, me alejan de todo lo que se encuentra a mi alrededor, todo lo material, todo lo que estorba, me elevan hacia un mundo confuso, bello, ideal, me bombardean como si trataran de armar algo, como si trataran de pedir algo, que me detenga tal vez o que me mueva con fuerza y rápidamente, quieren que me enrede en lo que soy, en lo poco que tengo mío, me recorren por todo el cuerpo felices, no saben que me asustan, entran y salen como una aguja en una máquina de coser, entran y quieren llevarse algo, salen con rabia, cansadas pero insistentes a la vez, sé que quieren alejarme de este mundo pero el miedo no sale fácil, ahora van más despacio, acentúan sus pasos en el pecho, en los brazos, en la espalda en mi piel.

Tiemblo, tiemblo mucho, me asusto, no sé qué pasa, no quiero que nada me toque, no quiero que nadie me hable, quiero estar sola, puedo escuchar algo en la televisión que dice “llora y llorarás sola” mientras tanto trato de calmarme y aguantar esas ganas de llorar que llegan de la nada, respiro muy suavemente y siento el aire frio chocar contra mis brazos, me siento como si tuviera una pila de colchones encima con agua helada que va bajando lentamente hasta que llega a donde estoy, siento frio pero no me preocupo en alejar la sensación, es más trato de disfrutarla, me traslado a mis brazos y me enfoco en sentir como el frio se va apropiando poco a poco de partes pequeñas, siento que mis brazos se duermen, que se despegan dejando el cuerpo frio y débil, me voy hacia otros lados y siento una vibración fuerte en los oídos cuando respiro, una piquiña intensa donde mi pelo choca con la cara, siento que ya es tarde y no puedo pararme, que apenas y logro controlar mi respiración, siento que al menos por un tiempo tendré que esperar a que el agua repose en charcos y el peso que me ahoga se vaya lentamente.

No hay comentarios: